viernes, 9 de septiembre de 2011

Érase el decálogo de la telenovela venezolana


Hace apenas horas terminó otra fracasada novela venezolana. Imagino que durante la emisión del bochornoso capítulo final, José Ignacio Cabrujas daba vueltas desesperadas sobre su tumba. Las mismas que daban los televidentes para terminar de entender por qué habían perdido tres o cuatro meses de su vida siguiendo semejante gafedad.

La telenovela es un género que ha ido de mal en peor en nuestro país, dado que nuestros "ilustres" (valgan las comillas) escritores se les ha terminado de fundir la materia gris y ya no le dan un palo al agua.

Realmente deprimente que todas las historias inicien con grandes promesas de ser una "revolución" en el género, pero que pasado el segundo o tercer capítulo se vuelva a caer en lo mismo de siempre. Y es que toda telenovela venezolana, sin importar quién la escribe, cumple con los siguientes 10 principios:


1- Si la protagonista es pobre, el protagonista será rico. Y viceversa.


No pueden pertenecer a la misma trama de la sociedad, porque se perdería la mitad de la historia. Que es la ladilla de que "no pueden estar juntos porque no perteneces a su mundo" o "él (la) jamás se fijaría en alguien de tu tipo".

Por supuesto el "argumento" cobra fuerza porque la (el) antagonista si pertenece a la misma clase del (la) protagonista.
Si mi memoria novelera no me falla, de hecho, no recuerdo ningún protagonista (hombre) pobre. Siempre él es el adinerado y ella la "pata en el suelo". Porque no puede ser una tipa clase media normalita, que anda en metro, y va al cine cuando puede. Tiene que ser buhonera "pela bola", o prostituta, o cachifa.

Cuando es cachifa, generalmente termina limpiando la casa de la familia más adinerada, que al final terminan limpios porque la de los reales es ella.
De hecho el 95% de los personajes en la telenovela venezolana no terminan como arrancan. El pobre termina rico, y el rico en la absoluta miseria.

2-Los actores siempre harán el mismo papel


Me gustaría pensar que se tratadel hecho de que simplemente los escritores no les gusta crear confusión en la audiencia, y no que nuestros actores son tan malos que no pueden hacer más papeles. ¿Alguna vez se preguntaron por qué Machuca siempre hizo de policía en todas las novelas?
Nuestros actores cargan a cuestas eternamente los personajes.

Y se puede dar sin intención o con ella. Por ejemplo, estoy seguro que a Machuca le hubiese gustado hacer cualquier otro papel, pero los escritores lo encasillaron. Lo mismo a Víctor Cámara al que sólo la avanzada (más avanzada de lo que parece) evitó que siguiera protagonizando.


Daniela Alvarado nunca hará de mala, Nacho Huett nunca hará de bueno, y la hija regordeta (o la más regordeta) de las hijas de Lila Morillo, Liliana, siempre hará de cachifa amiga/confidente de la protagonista. Son casos en los que quizas el actor no quería, pero siempre le ha tocado y tocará hacer esos personajes.
En otros casos son los actores que no dejan ir a sus anteriores personajes.

Por eso Franklin Virgüez, al que idolatran no entiendo por qué, se le quedó pegado para siempre "Eudomar Santos". O a Roberto Lamarca el popular "Doctor Valerio". La cara de "galla" de Monica Spear no sólo fue para el personaje de "La Mujer Perfecta", porque ya la tenía desde su debut (a mala hora) en "Mi prima Ciela".


3-"La mala" siempre es más bonita, inteligente, preparada y amorosa que la protagonista

Por la misma situación de minusvalía en la que los escritores ponen a la protagonista, pues siempre la mala tendrá estudios y será bien preparada. Además, y quizás sea para sembrarle la duda al protagonista, la "mala" siempre estará más buena que la "buena".
La "mala" es además mucho más amorosa.

Se pasa desde el primer capítulo hasta el último, donde muere trágicamente, peleando porese hombre que se casó con ella porque no le quedaba de otra. Se desvive por el protagonista, mientras la otra le para la misma bola que los Estados Unidos a las Naciones Unidas. Ninguna.

4-"La mala" morirá trágicamente en el último capítulo

Es la única manera en la que los cortos de mente de nuestros "ilustres" escritores puedan desenredar la historia. De hecho lo hacen con cualquier personaje que estorbe, o actor que se ponga "popy".

5-La canción será de Ricardo Montaner. O en su defecto de su neo-imitador Roque Valero


Roque Valero tiene derecho a recibir un sustento. No se metan con eso.


6-La protagonista tendrá una amiga perteneciente a una minoría


Como una forma de que la televisión no parezca lo que es, un negocio lleno de racismo y clasismo, a las protagonistas siempre le van a encasquetar una mejor amiga gorda o afrodescendiente. Los escritores más "modernos", pueden llegar incluso a ponerle un gay.

7-Sólo en el primer capítulo se grabará en exteriores

Una forma de enganchar audiencia. Después de eso, nada... todo en estudio.

8-Siempre habrá hijos regados


Comenzando por la protagonista.


9-La protagonista irá a la cárcel al menos una vez, y perderá al menos un hijo

Ley inamovible.

10-En soledad, los personajes siempre hablarán en voz alta


La telenovela venezolana no conoce lo que es una voz en off. Cualquier personaje que esté solo en una habitación va a hablar cual loco en voz alta. Y es un fenómeno exclusivo de la telenovela venezolana.


Pudiera seguir... porque la lista es larga. Pero quise resumir los 10 más importantes.

Necesitamos reinventar la telenovela venezolana, pero ya.

martes, 6 de septiembre de 2011

Érase un censo


Hace apenas unos minutos terminé de responder el censo. Honestamente, y lejos del miedo que muchos tienen porque le van a meter damnificados o cubanos en sus casas, quedé con una sensación de inferioridad y vergüenza tremenda. Y de seguro no he sido el único. Dentro de las 69 preguntas hay cosas incómodas que no nos gusta revelar, pero que por mantener la fidelidad del dato estadístico, pues toca soltarlo como si fuera un confesionario.

En mi caso particular, todo comenzó ante la pregunta ¿último estudio realizado? A ver, como explicarle a la chama del censo que sí, terminé la carrera pero estoy terminando la tesis y de paso me faltan unas firmas para entregar el proyecto del Servicio Comunitario, pero que de hecho ya he ejercido como periodista. En fin... muy incómodo.

A continuación el estado civil. Venga, vivo con mi novia, pero no estoy casado con ella, pero estamos en planes... total, que ahí vamos pues. La pregunta del estado civil de hecho es una de las más incómodas. Molesta por igual a la soltera de más de 30, a la que no ha tenido hijos con más de 40, al soltero que vive con la mamá y tiene letra bonita...

¿Trabaja actualmente? Otra pregunta incómoda. Sobre todo en mi caso, cuando no recibo salario, ni pensión, ni renta, ni herencia... Me imagino que la chama se debió quedar pensando ¿y este como es que tiene está tan gordo? ¿cómo compra comida?

A las mujeres de más de 35, lo que sigue en el cuestionario no les gustará. ¿Edad? Y toca decir la verdad. A menos que terminemos siendo el único país del mundo donde todas las mujeres tienen menos de 40 años. Lo preferible es llegar a un acuerdo amistoso con el censador, o decirlo con bastante seriedad para evitar cualquier tipo de reacción jocosa en quien pregunta.

Total que al decirle que no estaba casado, que estaba casi graduado, sin trabajo y sin ningún tipo de ingresos... quedé con una sensación de vacío que ni la pegatina de "CENSADA" podía llenar.

Pero anímese. Aunque su situación sea mala, puede tomarlo como una oportunidad de la vida para salir adelante. Tiene, y tengo, 10 años para en el próximo censo mejorar mi situación.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Érase un Ingeniero de Sistemas


Existen dos ocupaciones en nuestra sociedad actual que me parecen realmente inútiles. La primera es el de Ascensorista, y la segunda el Ingeniero de Sistemas. Me parece que en los albores de la segunda década del siglo XXI ambas deben, si bien no desaparecer, al menos sí reinventar.

El primero porque ya todos, o al menos quiero pensar que es así, sabemos usar el ascensor. No tiene nada de complicado marcar el piso al que queremos ir, y la alarma cuando pase algo extraño para que suene un timbre al que nadie le hará caso. El segundo es porque suele complicar las cosas más de lo que están, y acostumbra a dar las soluciones más obvias del mundo.

Se supone que el Ingeniero de Sistemas aplica los conolocimientos adquiridos en la universidad (es lo ideal) en el análisis de modelos elaborados para el diagnóstico de áreas problemáticas planteando y seleccionando alternativas de solución. En dos platos: Tengo un problema con el sistema, el ingeniero de sistemas lo resuelve.

Pero eso no es así. He pasado en mi corta experiencia laboral por cuatro empresas, con distintos departamentos de sistemas, quienes ofrecían las mismas soluciones a todo tipo de problema que existiera.

Basicamente el Ingeniero de Sistemas tiene dos soluciones en mano para todo:

1-Oprima ctrl+alt+suprimir.

2-Apaga y vuelve a prender el computador.

Pregunto, ¿es necesario estudiar cinco años para eso? Realmente no. Estas dos "soluciones" son una manera de ganar tiempo y no tener que levantarse de donde pasa todo el día hibernando. Cuando ninguna de sus dos "soluciones" funciona, que obvio nunca funciona, pues se va a levantar de su letargo y tecleará de manera indiscriminada y te mareará abriendo y cerrando ventanas.

Finalizada esta operación te pedirá que no toques el computador por cinco minutos, y que luego reinicies el equipo. Esto le dará al Ingeniero de Sistemas el tiempo suficiente para perderse hasta el día siguiente, dejándolo a uno con el mismo problema.

Uno puede pensar que el período de hibernación en el cual pasan buena parte del tiempo laboral los Ingenieros de Sistemas es una falta de respeto para todos los demás que sí hacemos algo productivo en la empresa. Pero créanme, es mejor que se mantengan así.

No existe nada más peligroso que un Ingeniero de Sistemas con iniciativa. Este entonces vivirá cambiando los antivirus de las computadoras dos o tres veces por semana, interrumpiendo el trabajo de todos y claro... dañando más el sistema de lo que está.

Cargará las computadoras de programas inútiles, que harán mucho más lentas las computadoras para luego concluir que el problema es que la gente pasa mucho tiempo jugando en CityVille y ¡zuas! En el momento menos pensado ya tienes bloqueado Facebook, Twitter, Youtube y cuanta página sea entretenida en este planeta.

Por si fuera poco, te obligará a usar el correo de la propia empresa que desde luego por ser una creación de ellos mismos, tampoco va a funcionar bien pero te dirán que es lo mejor porque Hotmail y esos otros viven llenos de virus.

Claro, cada Ingeniero de Sistemas parte del principio que tiene el monopolio de la verdad absoluta sobre computadoras. Aún sobre otros Ingenieros de Sistemas. Por eso es que ellos saben más que los programadores contratados por Microsoft y Google para sus servicios de correo.

El Ingeniero de Sistemas tiene la misma capacidad de dialéctica que los abogados. Por tanto, nunca serán responsables de que los sistemas operativos no funcionen. Utilizarán palabras raras para el ciudadano de a pie como "buffers", "subrutina", "código máquina", "interfaz", "emulador", "módulo objeto".

Todas funcionan como perfectas cortinas de humo, que al disiparse te dejarán con un gran signo de interrogación en la cabeza y con el mismo problema. Porque otra vez el pensar sobre lo que nos estaba diciendo le dio el tiempo suficiente para desaparecer de nuevo.

No tengo nada personal con los Ingenieros de Sistemas. De hecho tengo muchos amigos que se reirán con esto. Pienso que todo lo anterior forma parte de un plan malévolo con el cual se apoderarán del planeta.

Luego no digan que no lo advertí...

viernes, 2 de septiembre de 2011

Érase un viaje en autobús


Hacía mucho tiempo que no viajaba en autobús. No porque nadara en monedas de oro a lo Rico Mc.Pato (suspiro, ¿quién no soñó con esa escena cada vez que la veía?). Era más bien por cuestión de comodidad y seguridad, dos palabras que anteriormente no existían en el marco de una travesía a través de aquellas unidades arcaicas de líneas como "Tierra Firme" o "Expresos Camoirán".

Estar nueve horas sometido a esa tortura para ir de Puerto Ordaz a Caracas no era nada divertido. Los más viejos -de mi generación hacia atrás- recordarán que el terminal de Puerto Ordaz es algo "moderno". Anteriormente quienes iban a la "ciudad más moderna de Venezuela" tenían dos opciones: O se quedaban en el terminal de San Félix o se quedaban en el Banco de Venezuela de Castillito.

Sin embargo, y dada la necesidad, tuve que volver a recurrir al auotobús para llegar a la capital. Las cosas han cambiado. Ahora los autobuses son de dos pisos, con baños -para que no pase cosas como esta -------> http://tinyurl.com/42pu8fz. Algunas líneas, no todas, venden asientos numerados, terminando finalmente con aquello de estar dos o tres horas antes sólo para evitar "la cocina". Ah... y la mejor parte es que ya no existe "la cocina".


Pero, no todo es color de rosa. A la hora de abordar llega una de las decisiones más cruciales, cuidado sino la más crucial, de todas las que tenemos que tomar a la hora de viajar en autobús: ¿cuándo guardar las maletas?


Guardarlas de primero significa salir de una vez del peso de las mismas e ir a sentarse de una vez, pero esperar mucho tiempo cuando lleguemos a nuestro destino. Ser los últimos nos tendrá mucho tiempo cargándolas, tener que levantar -pelea de por medio- al despistado que se sentó en nuestro puesto pensando que era el suyo, pero tendremos rápido las maletas cuando salgamos.


Abordado el autobús y apagadas las luces, comienza la búsqueda eterna de la posición más cómoda. Si usted está leyendo esto y nunca ha viajado en autobús, le ahorró la molestia... no existe tal posición. Cualquiera tiene sus pros y contras. Lo mejor es intentar dormirse en la primera que encuentre y ya.


Sobre todo dormir rápido para evitar que el gordo de turno le quite el sueño con los ronquidos. Y se lo que es eso, porque el gordo de turno en este viaje fui yo. Y es mejor estar dormido para evitar el típico "ir manejando con el chofer".


El chofer de autobús le sobra prepotencia y tiene la temperatura corporal de un esquimal. Es por eso que no saluda, no se ríe, ni habla con nadie. Y coloca el aire acondicionado a niveles insoportablemente fríos.


Pero el no dormir no es necesariamente malo. Uno puede disfrutar de la película que el chofer a dispuesto para hacer más placentero el camino. Eso sí, no espere ver Cars 2 o Linterna Verde... nada que haya estado en cartelera en al menos los últimos nueve o diez años.


Prepárese para ver los primeros pasos en el cine de los juveniles Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone. En fin, relájese y déjese llevar a tiempos muchos más simple, mientras llega la parada.


En la parada pasaremos por dos procesos químicos: descongelamiento y evacuación. Creo que ninguno de los dos necesitan mayor explicación. Uno el hombre lo tiene más sencillo que las mujeres, dado que no tenemos que hacer cola para sentarnos en la única poceta más o menos limpia que tiene la estación de servicio.


Nunca falta el que a esa hora (calculemos una o dos de la madrugada) se mete medio pollo con yuca y guasacaca, y se convertirá de forma inmediata en el "ambientador" del autobús.


Si tiene miedo a quedarse dormido y no bajarse cuando le toque, no se preocupe. En el momento que usted esté lo más cómodo que el asiento lo deja estar, el niño con las papas más crocantes y la bolsa más chocante del mundo lo va a despertar. No sin antes calarse el típico diálogo "madre-hijo" de: Madre: -Fernando Enrique guarda las papitas que vas a despertar a alguien. -Hijo: Pero mamá, tengo hambre... y así unos quince minutos.


"Todo tiene su final", y este viaje también. Hora de bajar del autobús, recuperar el curso de sangre por las piernas y la sensación en las nalgas. Una vez con las maletas, que parecerán más pesadas de lo que estaban anteriormente, y tras sortear a los MUY insistentes taxistas, estamos listos para disfrutar de nuestra estadía en el destino seleccionado.


Y lo mejor será que lo disfrute, porque en el momento menos pensado... tendrá que regresar por autobús a casa. Y la historia se repite...


Érase un regreso a clases


Llegó el mes de septiembre, y con él, la cuenta regresiva para el regreso a clases. Toda vuelta al colegio es igual, sin importar la época. Quizás la forma en la que se pasaron las vacaciones puede variar un poco. Antes tal vez pasábamos el día jugando con nuestros amigos en la calle, ahora sólo se envían "tweets" entre ellos para cuadrar y jugar en línea el videojuego que sea que esté de moda.

Pero lo dicho, el regreso a clases es traumático para cualquiera en cualquier tiempo. Todo comienza con la compra de uniformes. Bueno, eso para los afortunados (por no decir adinerados). Recuerdo que en mi casa las camisas blancas sólo me las compraban nuevas cuando ya se veía que no podía respirar con normalidad. En bachillerato fueron dos años de azul (el primero lo salvé por ir al Liceo Militar), y dos más con las mismas grises. Los zapatos son un tema que dan para otro post.

Cuando de comprar uniformes se trataba, era impelable la combinación. Camisas blancas "Hering" -la marca de los dos pecesitos-, con franelas blancas "Ovejita", medias "Mariselita" y zapatos Kickers que no iban a aguantar la primera semana de recreos. Tenía entonces que pasar el uno todo el año escolar visitando una o dos veces por mes al zapatero para que salvara los zapatos.

Pasado el tema de los uniformes, llegaba el momento de la compra de útiles. Desconozco como son las cosas ahora, pero en mis tiempos (que no son tan lejanos tampoco) la editorial cuadraba con el colegio para pedir la lista con útiles muy específicos. Aparecía entonces la típica "Una (1) enciclopedia Resplandor, Editorial Discolar". No había de otra. Y todo "casualmente" iba a ser de Editorial Discolar.

"Un (1) juego geométrico con compás". ¿Para qué carrizo le piden a un niño de entre 6 y 12 años un juego geométrico CON COMPÁS. El juego geométrico, compás incluido, marca un trauma de mi infancia y la de muchos. Y es que si los zapatos en la primera semana ya se habían roto, el juego geométrico para el final del primer día de clases ya sólo quedaba entero el transportador.

El transportador es el único elemento del juego geométrico de cualquier niño que NUNCA, léase NUNCA, se va a romper. No importa lo que pase, el transportador va a durar todo el año. Y a falta de reglas y escuadras, pues tocará hacer líneas con la parte recta de él. Si se llega a perder el transportador, pues entonces las partes de las escuadras harán las veces de reglas. En el peor de los casos, toca pelar por el carnet.

Sigue la lista con "Una (1) -lo de los paréntesis para las cantidades siempre me pareció algó así como 'no sea bruto, dije uno o una'- caja de 24 creyones PRISMACOLOR". No existe nada más costoso que una caja de 24 colores de Prismacolor. Pregunto, ¿y para qué los 24 colores?

Seis años de primaria, cinco de bachillerato y casi siete de universidad -sí, bueno, esa es otra historia-, y no recuerdo haber necesitado nunca los 24 colores. De hecho, para diciembre la caja de 24 ya iba por 12. Para el final del segundo lapso eran seis. Y al terminar el año nos quedaba el azul y el rojo solamente.

"Ocho (8) libretas de una raya". ¿Ocho? Cada colegio estipula que cada materia requiere una libreta. Yo pregunto ¿Folklore amerita o ameritaba una libreta? ¿Ciudadana amerita una libreta? ¿Educación para el Trabajo amerita una libreta? ¿Una completa para cada una?

"Una (1) libreta doble línea para caligrafía". Una fiebre de toda maestra que muere antes del primer lapso. Termina uno con sólo tres o cuatro hojas rayada y toda una libreta que no le sirve ni para que la mamá de uno llene la lista del mercado.

"Dos (2) resmas de papel tamaño carta". Porque el Gobierno no nos da el suficiente dinero para comprar hojas, o la directora se cogió los reales del Gobierno para irse de vacaciones a Orlando con toda la familia y llegará en forma descarada en septiembre echando el cuento de lo bien que la pasó.

Y otras cosas que ya no se piden porque hemos avanzado tecnológicamente hablando, como "Un (1) stencil", o "Una (1) máquina de escribir para Mecanografía".

El regreso a clases implica también volver a ajustar los relojes al odioso horario de 5 o 5 y media de la mañana para tener tiempo de bañarse, vestirse, comer algo y salir para no agarrar cola en el camino y llegar a tiempo para estar entre dormido en la fila para cantar el himno y las primeras dos clases antes del recreo.

Todo en la vida es por etapas, y cada regreso a clases es el recordatorio de que hemos avanzado a una nueva. O en el peor de los casos, que estamos repitiendo una por no haber prestado atención anteriormente. De todas maneras, es una etapa llena de emocionantes experiencias que nos marcarán -positiva o negativamente- por el resto de nuestras vidas. ¡Éxitos!