Si existen eventos llenos de pureza y que por un instante nos
hace un paréntesis de nuestro mundo cotidiano lleno de conflictos, crisis,
Justin Bieber y demás… son los Juegos Olímpicos (JJ.OO.).
El mundo entero, vinculado al deporte o no, se toma un mes
para disfrutar de los mejores atletas de nuestro planeta (sí, recordando con
estas palabras al gran Willie Oviedo http://www.youtube.com/watch?v=hlg4wn7OHaY)
quienes se dan cita, este año en Londres, para buscar la gloria deportiva. La
medalla olímpica representa el non-plus ultra para cualquier atleta.
La historia de Venezuela en los JJ.OO.
se traduce en 11 medallas. La de oro conseguida por “Morochito” Rodríguez en México
68, dos de plata también conseguidas en el boxeo (lo que demuestra que a la
hora de “tirar coñazos olímpicos” somos unos duros), y ocho de bronce (dos más
de esas de boxeo y dos de taekwondo, ratificando lo anterior).
Considerando que hemos participado en 16 JJ.OO. con un total
de 565 atletas… ¿Por qué una cosecha tan baja de preseas? Quizás porque los
deportes en los que los venezolanos somos realmente destacados, no son
olímpicos. Veamos los ejemplos.
-Slalom de huecos en la
vía. El venezolano
se ha convertido en un experto del slalom de huecos en la vía en sus diferentes
modalidades, carro, moto, y a pié. El Estado en sus diferentes estructuras
de Gobierno (Nacional, Regional, Local) se ha convertido en un promotor de este
deporte, al olvidarse del asfaltado de las calles, o hacer un mal bacheo, lo
que origina nuevos y mejores lugares para la práctica de esta disciplina.
-Contorsionismo en Metro.
Cuando el Metro en
hora pico viene, como diríamos en términos científicos “hasta los tequeteques”,
el atleta de esta disciplina logra contorsionar su cuerpo, a la par de mantener
un perfecto equilibrio con su vianda de comida, logrando entrar en el vagón
donde cualquier pesimista hubiese pensado que no cabía uno más.
-Recostadera de tostón
en transporte público. Una disciplina exclusiva para hombres con un alto sentido de la
oportunidad. Consiste sencillamente en aprovechar la afluencia de personas en
un autobús y deliberadamente comenzar a colocar el aparato reproductor entre
las personas que abordan la unidad, sin distingo de género, clase, edad, sexo o
religión.
-Salto triple. Aunque en los JJ.OO. hay una prueba
con el mismo nombre, no se trata de lo mismo. Aquí en tres saltos debes evitar
a la promotora de Perfumes Factory que te quiere “burundanguear”, al señor con
muletas que siempre pide para comer pero que en la tarde se va hasta parado en
un autobús, y a las evangélicas que te quieren dar “La Atalaya” y “El Despertad”
para discutirlo al día siguiente. Todo un esfuerzo.
-Salto largo. Igual esta prueba dista mucho de la que
actualmente existe en los JJ.OO. En esta prueba, con sus modalidades en
masculino y femenino, el atleta busca de un salto hacer un puente desde un
jueves o hasta un martes. Para ello, el(la) deben buscar en el repertorio de
excusas de oficina, la más original y brillante para no trabajar ese viernes o
lunes que interfieren con el puente que piensan tomar. El récord de esta prueba
lo tiene una funcionaria pública que se ha agarrado cuatro de estos puentes con
la muerte de la misma abuela. Pobre señora.
-Lanzamiento de puntas. El venezolano, y sobre todo las
venezolanas, han logrado destacadas actuaciones en esta disciplina. El lema de
este deporte es “el que la agarra la chupa”. El atleta deja colar un
comentario, generalmente (siempre) mal intencionado, sobre su contendiente con
la esperanza de que este se sienta aludido. El éxito en la prueba está en que
el aludido genere una respuesta. Si la respuesta es directa, entonces el punto
es para el que la lanzó. Si responde con otra punta, entonces tenemos lo que
llamamos el voleo. El punto y el juego lo gana el que primero se salga de sus
casillas.
Y como estas, muchas otras más…
Este post lo remitiré al Comité Olímpico Internacional con la
esperanza de que los admita para los juegos de Río en 2016. Quien quita, si aceptaron
el juego de la soga, cualquier cosa puede pasar.
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