Primera entrada del blog. Había tanto que decir, que los 140 caracteres de Twitter y los tantos más que te dan para el muro de Facebook, no eran suficientes.
Antes era común hablar de una Venezuela, y de la "Venezuela Deportiva". Entiéndase este término no acuñado de "Venezuela Deportiva" como esa parte que habitualmente se abstraía ante cualquier evento deportivo, leáse un Caracas-Magallanes, o una final de algún torneo de baloncesto o fútbol. Para el resto de la civilización no eran más que seres extraños, raros... puesto que nunca lograron entender cuál era la motivación de estos sujetos.
Sin embargo, esa división entre un grupo y otro ya no existe. El poder de los medios de comunicación, y yo añadiría también el de las redes sociales, ha hecho que hasta la "niña fresa" más despistada tenga alguna opinión sobre la última pelea de Manny Pacquiao, o lo bien que se ha visto Albert Subirats en las últimas competiciones.
Es por eso que un partido como el Venezuela - España de ayer (07-06-2011), pues ciertamente iba a "paralizar" a todo el país. La campeona del mundo venía con toda su parafernalia, a visitar a una Vinotinto en pleno proceso de preparación para la Copa América, donde buscará emular lo hecho hace cuatro años en estas tierras cuando avanzaron a cuartos de final. Nada fácil.
Eso pasó a segundo plano. El comentario general y lo que importaba para la gran mayoría era que venía Casillas, el novio de Shakira (que tiene nombre y apellido propio: Gerard Piqué), Iniesta y pare usted de contar. Evenpro y Movistar eran los dueños del circo, los que decían cómo y cuándo salían los payasos, y hasta cómo la gente debía comerse las cotufas.
Aquí viene la primera de todas las miserias que el pueblo venezolano desnudó ante este "tristemente célebre" partido amistoso.
Las entradas tenían el módico precio de 350 bolívares, la más barata, y 1850 la más cara. Hasta hace nada, enfermeros se sacaron sangre y cosieron la boca para exigir aumento de sueldo. Hace nada se hablaba de lo pírrico del aumento otorgado por el presidente Hugo Chávez a los trabajadores. ¿Pero sí había para gastar salario mínimo y pico en una entrada para un juego?
Entonces, ¿de cuál crisis hablamos? ¡Estamos muriendo de hambre en Venezuela!
Evenpro además llevó un ardua tarea a la hora de seleccionar a los periodistas que iba a acreditar para tal compromiso. Colegas que domingo a domingo "padecen" (porque el fútbol venezolano no se disfruta, se padece) en cada uno de los estadios para reseñar lo hecho en el torneo local, pues quedaron fuera de la fiesta. Sin embargo los "animadores" de "La Bomba" tuvieron acceso hasta la zona mixta de entrevistas a jugadores. ¿Curioso, no?
Que decir de los que se dejaron arrastrar por la "furia roja". Los atrevidos que por Twitter, en plan Víctor Drija, abiertamente mostraron su simpatía por la selección ibérica. Los mismos que salieron en caravana cuando ganaron la Copa del Mundo, como si fuese un triunfo nuestro. Venevisión que no transmite un juego de fútbol venezolano pero ni por error, esta vez sacrificó "las peripecias de El Chavo", para transmitir el show. Meridiano... bueno... ¿qué decir de tan pobre canal? Y si de Meridiano poco puedo decir, a TVES tanto menos.
Todo un espectáculo montado sólo alrededor de la figura de España. Hasta el ministro del Deporte, Héctor Rodríguez, a quien nunca se le ha visto por un estadio apoyando el fútbol nacional, mandó a instalar pantallas por todo el país para que disfrutaran del partido y "apoyaran a la Vinotinto".
Los aplausos a Casillas cuando salió a jugar los 30 segundos que estuvo en cancha, fue de los momentos más bochornosos de la tarde, sin dejar de lado a un errático Renny Vega.
Total que, más allá del resultado, Venezuela no sólo perdió el partido. Perdió la identidad, el amor propio, el respeto y la dignidad que como pueblo tanto nos ha costado. Y si así pasa con un partido de fútbol, porque al fin y al cabo es lo que era, que se puede esperar entonces para luchas más significativas. Para que luego venga alguien a preguntar por qué Venezuela está como está...
Antes era común hablar de una Venezuela, y de la "Venezuela Deportiva". Entiéndase este término no acuñado de "Venezuela Deportiva" como esa parte que habitualmente se abstraía ante cualquier evento deportivo, leáse un Caracas-Magallanes, o una final de algún torneo de baloncesto o fútbol. Para el resto de la civilización no eran más que seres extraños, raros... puesto que nunca lograron entender cuál era la motivación de estos sujetos.
Sin embargo, esa división entre un grupo y otro ya no existe. El poder de los medios de comunicación, y yo añadiría también el de las redes sociales, ha hecho que hasta la "niña fresa" más despistada tenga alguna opinión sobre la última pelea de Manny Pacquiao, o lo bien que se ha visto Albert Subirats en las últimas competiciones.
Es por eso que un partido como el Venezuela - España de ayer (07-06-2011), pues ciertamente iba a "paralizar" a todo el país. La campeona del mundo venía con toda su parafernalia, a visitar a una Vinotinto en pleno proceso de preparación para la Copa América, donde buscará emular lo hecho hace cuatro años en estas tierras cuando avanzaron a cuartos de final. Nada fácil.
Eso pasó a segundo plano. El comentario general y lo que importaba para la gran mayoría era que venía Casillas, el novio de Shakira (que tiene nombre y apellido propio: Gerard Piqué), Iniesta y pare usted de contar. Evenpro y Movistar eran los dueños del circo, los que decían cómo y cuándo salían los payasos, y hasta cómo la gente debía comerse las cotufas.
Aquí viene la primera de todas las miserias que el pueblo venezolano desnudó ante este "tristemente célebre" partido amistoso.
Las entradas tenían el módico precio de 350 bolívares, la más barata, y 1850 la más cara. Hasta hace nada, enfermeros se sacaron sangre y cosieron la boca para exigir aumento de sueldo. Hace nada se hablaba de lo pírrico del aumento otorgado por el presidente Hugo Chávez a los trabajadores. ¿Pero sí había para gastar salario mínimo y pico en una entrada para un juego?
Entonces, ¿de cuál crisis hablamos? ¡Estamos muriendo de hambre en Venezuela!
Evenpro además llevó un ardua tarea a la hora de seleccionar a los periodistas que iba a acreditar para tal compromiso. Colegas que domingo a domingo "padecen" (porque el fútbol venezolano no se disfruta, se padece) en cada uno de los estadios para reseñar lo hecho en el torneo local, pues quedaron fuera de la fiesta. Sin embargo los "animadores" de "La Bomba" tuvieron acceso hasta la zona mixta de entrevistas a jugadores. ¿Curioso, no?
Que decir de los que se dejaron arrastrar por la "furia roja". Los atrevidos que por Twitter, en plan Víctor Drija, abiertamente mostraron su simpatía por la selección ibérica. Los mismos que salieron en caravana cuando ganaron la Copa del Mundo, como si fuese un triunfo nuestro. Venevisión que no transmite un juego de fútbol venezolano pero ni por error, esta vez sacrificó "las peripecias de El Chavo", para transmitir el show. Meridiano... bueno... ¿qué decir de tan pobre canal? Y si de Meridiano poco puedo decir, a TVES tanto menos.
Todo un espectáculo montado sólo alrededor de la figura de España. Hasta el ministro del Deporte, Héctor Rodríguez, a quien nunca se le ha visto por un estadio apoyando el fútbol nacional, mandó a instalar pantallas por todo el país para que disfrutaran del partido y "apoyaran a la Vinotinto".
Los aplausos a Casillas cuando salió a jugar los 30 segundos que estuvo en cancha, fue de los momentos más bochornosos de la tarde, sin dejar de lado a un errático Renny Vega.
Total que, más allá del resultado, Venezuela no sólo perdió el partido. Perdió la identidad, el amor propio, el respeto y la dignidad que como pueblo tanto nos ha costado. Y si así pasa con un partido de fútbol, porque al fin y al cabo es lo que era, que se puede esperar entonces para luchas más significativas. Para que luego venga alguien a preguntar por qué Venezuela está como está...
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