Tras unos meses de vacaciones después de cinco años duros enfrentando la dura transición que es la adolescencia, decidí que era momento de poner manos a la obra. Le comuniqué a mis papás que efectivamente iba a estudiar Comunicación Social.
Quería seguir los pasos de Ennio Peñalver, quien fuera el primer periodista en denunciar el escándalo del "Sierra Nevada" -tío de mi padre y por ende mío también-. Me hubiese encantado ser el que descubriera los casos, pusiera en evidencia a los poderosos y cumpliera con el servicio público que a fin de cuentas es el periodismo.
Mientras me formaba fui trabajando. Llegaron las primeras oportunidades; radio, prensa. Sentir lo que era la vida de una sala de redacción era lo que siempre había deseado y por poco me cuesta la carrera por el tiempo que dedicaba a trabajar. Estar frente a un micrófono transmitiendo las incidencias de algún partido me hizo recordar esos tiempos de chamo cuando narraba las partidas de futbolito de mis panas de la cuadra, o los juegos de béisbol de mi equipo en los Criollitos (claro, tenía el tiempo para ello porque siempre estaba banqueado).
Al terminar la carga académica, que por la misma dinámica laboral no se tradujo en graduación, decidí tomar nuevos rumbos. Al graduarme, comencé a valorar mis opciones. El sueño de hacer "temblar a los poderosos" se alejó hasta disiparse. ¿Qué ocurrió? Estamos en Venezuela.
Y el periodismo en Venezuela es como el billete de monopolio, no tiene ningún valor comercial. El periodista en los medios es mal pagado y no existe gremio al cual uno refugiarse en caso de agresión. Con un Gobierno que ha cercenado la libertades de expresión e información, hacer periodismo libre es una opción dura e ingrata.
Llegué al periodismo corporativo por mera casualidad, como muchas cosas en mi vida. Me enamoré de las cosas que se pueden hacer desde y por las empresas. Sin embargo, el vacío está ahí. No he cumplido con las metas que me había planteado.
Si algo necesita este país es el periodismo libre e independiente. Que sea capaz de mostrar todas las caras de la moneda y no sólo la que un sector quiere ver. Donde no tengamos que ver a colegas poner sus firmas en diarios que no son más que el reflejo de hasta donde llegan los tentáculos del poder.
Para aquellos colegas que ansían ver una Venezuela donde ejercer el periodismo no sea un delito... ¡Feliz Día del Periodista!
Para los que siguen instrucciones de qué escribir y cómo escribir para complacer a un sector... reflexionen.
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