El lunes 20 de agosto
de 2012 escribí un post titulado “Érase un matrimonio” http://asinostoco.blogspot.com/2012/08/erase-un-matrimonio.html.
Aunque uno tiene pareja, realmente uno no “planifica” ni elige el cuándo se va
a casar. Al menos uno el hombre no.
Pasa que un día bajas
la guardia y tu pareja te hace una de las preguntas más difíciles de contestar
en la historia de la humanidad, casi al nivel del color del fulano vestido: “¿hacia
dónde va esta relación? Para uno, la relación es algo estático. No va para
ninguna parte porque no tiene patas, ni tiene adonde dirigirse.
Para las mujeres, las
relaciones son seres vivos que nacen, crecen, se desarrollan y mueren de mengua
como aquella canción de Arjona (qué pavosa referencia, pero bueno…) si no se
les mantiene con los cuidados necesarios. Total, que la relación para ellas si
tiene un “pa’ donde ir”. Y ese donde no es más que un altar, o mesa de juzgado
para los que deciden no dar el salto completo.
En aquel escrito de
2012 decía que según el censo son cada vez menos las personas que se casan. Les
puedo decir con certeza que los últimos dos meses antes del civil y hasta
después del eclesiástico, las noches de sueño no eran más que un recuerdo.
Todo inicia con los
preparativos. Casarse no es fácil. No basta el amor. El amor debe estar
soportado por cientos de miles de trámites burocráticos absurdos como la “carta
de soltería”. Pasé 28 años de mi vida soltero, y el día que decido casarme,
tengo que buscar un papel que de fe pública de que efectivamente soy soltero. Y
no basta el papel, hay que buscar dos testigos que de igual manera certifiquen
y den fe pública de que soy soltero. Como si ir a una notaría en Venezuela
fuese un paseo por los jardines de Versalles.
Como las notarías
siempre están full de gente que pasa por las mismas penurias que uno, realizando
trámites inútiles que en otros países seguramente han evolucionado y se resuelven
desde aplicativos móviles. Tienes dos opciones: regar la semilla de la
corrupción, que es lo que mejor se da en suelo venezolano. O hacer las cosas “por
lo legal” y dejar que se te pudra la vida.
Una vez “robado” por
el funcionario público de turno, se cuadra todo lo relacionado a la firma.
Olvídese de momentos novelescos. Ahí lo más bonito será en la noche cuando en
la intimidad sellen su amor con una noche digna del Dallas Suites o del Aladdin
en sus mejores tiempos. Eso es un trámite como firmar la compra-venta de un
terreno o un permiso para viajar de menores.
El funcionario mal
encarado de turno le dirá todo lo que esté a su alcance para que sepa en el
tremendo peo (problema para gente que lee desde otros países) que usted está
asumiendo, “libre y voluntariamente”. Esto último lo pongo entre comillas
porque… seamos honestos… ¿es “libre y voluntario” cuando te encierran y te
preguntan “hacia dónde va la relación? La coacción es tácita.
Luego viene la
preparación del bonito, el de la iglesia. Desconozco la historia en otros países,
pero en Venezuela y porque seguramente es Venezuela, hay todavía más trámites y
más burocráticos (y también más inútiles) que para casarse por el civil.
Yo no he leído la
biblia, y si alguien lo ha hecho y me puede sacar de la duda… Pero no recuerdo que
Jesucristo para curar a Lázaro le pidiera informe médico de la lesión sufrida,
partida de bautismo debidamente visada, y desde luego el respectivo “baje de
mula” (pago) porque en esta vida ni la bendición de Dios es gratuita (cosa que
dije en aquel momento).
Lo más irónico de la
historia, es que cuando usted sale de la iglesia, con la bendición del Señor…
inmediatamente cae en el pecado en la fiesta cuando de entrada te ponen “la
chapa que vibra”. Adiós a la santidad del matrimonio, bienvenido lo mundano de
la vida cotidiana.
Llegar hasta la “hora
loca” no ha sido un camino fácil. Pero ir en el trencito al ritmo de la mejor
canción del repertorio de Ricardo Montaner, “Vamos negro pa’ la conga”, es una
señal de triunfo. Es gritarle al mundo entero… “nos casamos nojoda… lo logramos”.
Contra trámites bruocráticos, familiares insidiosos, ex novi@s celosos,
festejos que te aumentan los precios de un día para otro y no te llevan las
cosas a tiempo, contra la estadística, contra las amigas solteronas que sólo
ven lo malo porque saben que matarán el despecho viendo una y otra “50 Sombras
de Grey” mientras devoran cotufas y tequeños en el cine como si eso dependiera
su vida… contra todo eso y más… “¡Vivimos y Vencimos!”.
Todo lo demás que
escribí en aquel artículo, lo certifico. Es así…
En
aquel post terminaba diciendo; “Es válido
preguntarse, ¿por qué en Venezuela hay cada vez menos matrimonios?”. Les
respondo que no todas las parejas están listas para sobrevivir a lo que implica
el simple hecho de las ceremonias.
En 5 años, les escribiré sobre la vida en pareja.
PD: Aunque mi esposa
no es asidua lectora de mi blog, aclaro que lo antes expuesto es un relato
fabulado y algo exagerado sobre las dificultades a la hora de celebrar un
matrimonio. Mi matrimonio estuvo lleno de momentos complicados, pero que
gracias a la infinita paciencia desarrollada tras años de sólida relación…
pudimos superar. Ah, y lo más importante… fui libre y voluntariamente (sin
comillas).
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