miércoles, 4 de marzo de 2015

Érase un matrimonio II



El lunes 20 de agosto de 2012 escribí un post titulado “Érase un matrimonio” http://asinostoco.blogspot.com/2012/08/erase-un-matrimonio.html. Aunque uno tiene pareja, realmente uno no “planifica” ni elige el cuándo se va a casar. Al menos uno el hombre no. 

Pasa que un día bajas la guardia y tu pareja te hace una de las preguntas más difíciles de contestar en la historia de la humanidad, casi al nivel del color del fulano vestido: “¿hacia dónde va esta relación? Para uno, la relación es algo estático. No va para ninguna parte porque no tiene patas, ni tiene adonde dirigirse.

Para las mujeres, las relaciones son seres vivos que nacen, crecen, se desarrollan y mueren de mengua como aquella canción de Arjona (qué pavosa referencia, pero bueno…) si no se les mantiene con los cuidados necesarios. Total, que la relación para ellas si tiene un “pa’ donde ir”. Y ese donde no es más que un altar, o mesa de juzgado para los que deciden no dar el salto completo.

En aquel escrito de 2012 decía que según el censo son cada vez menos las personas que se casan. Les puedo decir con certeza que los últimos dos meses antes del civil y hasta después del eclesiástico, las noches de sueño no eran más que un recuerdo. 

Todo inicia con los preparativos. Casarse no es fácil. No basta el amor. El amor debe estar soportado por cientos de miles de trámites burocráticos absurdos como la “carta de soltería”. Pasé 28 años de mi vida soltero, y el día que decido casarme, tengo que buscar un papel que de fe pública de que efectivamente soy soltero. Y no basta el papel, hay que buscar dos testigos que de igual manera certifiquen y den fe pública de que soy soltero. Como si ir a una notaría en Venezuela fuese un paseo por los jardines de Versalles.

Como las notarías siempre están full de gente que pasa por las mismas penurias que uno, realizando trámites inútiles que en otros países seguramente han evolucionado y se resuelven desde aplicativos móviles. Tienes dos opciones: regar la semilla de la corrupción, que es lo que mejor se da en suelo venezolano. O hacer las cosas “por lo legal” y dejar que se te pudra la vida.

Una vez “robado” por el funcionario público de turno, se cuadra todo lo relacionado a la firma. Olvídese de momentos novelescos. Ahí lo más bonito será en la noche cuando en la intimidad sellen su amor con una noche digna del Dallas Suites o del Aladdin en sus mejores tiempos. Eso es un trámite como firmar la compra-venta de un terreno o un permiso para viajar de menores. 

El funcionario mal encarado de turno le dirá todo lo que esté a su alcance para que sepa en el tremendo peo (problema para gente que lee desde otros países) que usted está asumiendo, “libre y voluntariamente”. Esto último lo pongo entre comillas porque… seamos honestos… ¿es “libre y voluntario” cuando te encierran y te preguntan “hacia dónde va la relación? La coacción es tácita.

Luego viene la preparación del bonito, el de la iglesia. Desconozco la historia en otros países, pero en Venezuela y porque seguramente es Venezuela, hay todavía más trámites y más burocráticos (y también más inútiles) que para casarse por el civil.

Yo no he leído la biblia, y si alguien lo ha hecho y me puede sacar de la duda… Pero no recuerdo que Jesucristo para curar a Lázaro le pidiera informe médico de la lesión sufrida, partida de bautismo debidamente visada, y desde luego el respectivo “baje de mula” (pago) porque en esta vida ni la bendición de Dios es gratuita (cosa que dije en aquel momento).

Lo más irónico de la historia, es que cuando usted sale de la iglesia, con la bendición del Señor… inmediatamente cae en el pecado en la fiesta cuando de entrada te ponen “la chapa que vibra”. Adiós a la santidad del matrimonio, bienvenido lo mundano de la vida cotidiana.

Llegar hasta la “hora loca” no ha sido un camino fácil. Pero ir en el trencito al ritmo de la mejor canción del repertorio de Ricardo Montaner, “Vamos negro pa’ la conga”, es una señal de triunfo. Es gritarle al mundo entero… “nos casamos nojoda… lo logramos”. Contra trámites bruocráticos, familiares insidiosos, ex novi@s celosos, festejos que te aumentan los precios de un día para otro y no te llevan las cosas a tiempo, contra la estadística, contra las amigas solteronas que sólo ven lo malo porque saben que matarán el despecho viendo una y otra “50 Sombras de Grey” mientras devoran cotufas y tequeños en el cine como si eso dependiera su vida… contra todo eso y más… “¡Vivimos y Vencimos!”.

Todo lo demás que escribí en aquel artículo, lo certifico. Es así… 

En aquel post terminaba diciendo; “Es válido preguntarse, ¿por qué en Venezuela hay cada vez menos matrimonios?”. Les respondo que no todas las parejas están listas para sobrevivir a lo que implica el simple hecho de las ceremonias.

En 5 años, les escribiré sobre la vida en pareja.

PD: Aunque mi esposa no es asidua lectora de mi blog, aclaro que lo antes expuesto es un relato fabulado y algo exagerado sobre las dificultades a la hora de celebrar un matrimonio. Mi matrimonio estuvo lleno de momentos complicados, pero que gracias a la infinita paciencia desarrollada tras años de sólida relación… pudimos superar. Ah, y lo más importante… fui libre y voluntariamente (sin comillas).

PD2: Si desea ver "cómo fue la cosa", aquí una muestra...


No hay comentarios:

Publicar un comentario