lunes, 24 de septiembre de 2012

Érase un viaje en avión


Una imagen para recordar "tiempos más simples".

El sueño anhelado del hombre desde los albores de la historia, además de procrearse, fue sin duda conquistar el cielo. Volar cual ave fue siempre una de las aspiraciones de los seres humanos, y todavía hasta nuestros días, se siguen buscando maneras más eficaces y novedosas de lograrlo.

Desde los hermanos Wright, la historia de la aeronáutica está llena de capítulos gloriosos y otros no tanto. Los vuelos comerciales, que nacen al igual que la aviación a principios del siglo pasado, merecen su lugar también en este blog. Y es que ¿a quién no le ha tocado el via crucis que significa viajar en avión en Venezuela?

Todo inicia con el momento mismo de la elección del destino y la hora fijada para su viaje. De antemano le puedo decir, no se moleste. Primero porque aunque vivimos escuchando en la calle que “la vaina está jodida”, o en su defecto “es que estoy pelando bola”, no va a conseguir vuelo para el día y la hora deseada.
Y cuando cree usted que corrió con suerte de conseguir el boleto en la forma que usted lo planeó, el vuelo se retrasará las horas suficientes –ni más ni menos- para que usted pierda esa cita tan importante que tenía.

¿Por qué? Porque los aviones en Venezuela más que aviones, son como “carritos por puesto”, pero con aire (algunos). Los pilotos, verdaderos héroes de nuestros tiempos, “ruletean” el avión de una ciudad a otra sin descanso para la pobre máquina. Por eso escuchamos con frecuencia “es que el avión no ha llegado”. Claro, si yo voy para Santo Domingo del Táchira, y resulta que el avión está en Maturín con destino Maiquetía.

Pero antes de montarse en el avión hay todo un proceso de escrutinio previo. La encargada de vender los boletos, siempre de mala gana, preguntará si tiene “equipaje para facturar”. Si su respuesta es afirmativa, detrás de la chica estarán listos para abrirle la maleta en lo que usted la deje. No importa si no lleva nada de valor, le robarán así sea un par de medias. Creo que lo hacen sólo por el morbo de robar.

Ahí no vale ni candado, ni forrar la maleta en papel… nada impedirá que sus pertenencias lleguen incompletas a destino. Eso, en el mejor de los casos. Porque a veces ni llega. Lo mejor sería llevar equipaje de mano.

En ese caso, le preguntará la misma señorita mal encarada producto, seguramente, de una insatisfacción sexual, “señor, ¿lleva algún arma en la maleta?”. ¿Qué clase de pregunta es esa? Me imagino, que el 11 de septiembre a los terroristas que estrellaron los aviones ante las Torres Gemelas no les preguntaron eso, y pasó lo que pasó. Será.

Cuidado con hacer un chiste al respecto. Porque entonces le caerán encima todos los de la aerolínea… “eso es delicado señor, con eso no se juega”. Bueno…

Seguimos con el pago de la tasa de salida. No basta con el medio millón de bolívares que dejamos en el pasaje. Sino que por “el lujo” que representa usar nuestros bellos y acondicionados terminales aeroportuarios nos cobran un impuesto, que dependerá de que tan cara e’ tabla sea el director del mismo.

Momento de pasar por la máquina de Rayos X. Quítese correa, celular, reloj, sáquese monedas, estampitas de la Virgen del Valle, bolígrafos Kilométrico, y cuanta vaina crea usted que haga sonar el aparato. Y luego espere con paciencia a que los abuelitos que van a su “segunda luna de miel” a Margarita echen el cuento al Guardia Nacional de turno de la placa de aluminio que tienen en las caderas y que hace sonar el coroto.

Pasado el mal rato, vuelva a armarse cual Robocop y busque la puerta por la cual NO saldrá su vuelo. Y es que claro, parte de la aventura de viajar en Venezuela es saber por cuál puerta saldrá el avión. En aeropuertos con dos o tres puertas, no es tan emocionante como en Maiquetía donde hay 11, y dos son abajo en un sótano.

Antes de viajar, y como va a estar mucho rato en el terminal, puede darse gusto recorriendo la variada oferta gastronómica que se ofrece. La misma va desde arepas recalentadas de al menos dos días de preparadas, hasta pizzas más duras que el cartón en el que vienen. Todo esto a precio de Fugu, o de Caviar de Beluga.

Pero si lo suyo es llevar recuerdos a sus seres queridos, también hay una amplia gama de opciones en artesanía. Un cuadro de la calle de un pueblo X, con una licorería Y, donde se ve un tipo Z tomando una Polarcita, cuesta más o menos lo mismo que un Van Gogh o un Rembrandt.

Arruinado, entre comida y artesanía, y cansado después de correr con maleta en mano por tres o cuatro puertas distintas, es la hora de subir al avión. La aeromoza le dará la bienvenida, y usted creerá que su pesadilla ha terminado.

“Damas y caballeros sijdmogumoesgb{rpbh lhfilyctr8owytporjhpñrmjtghseiluvhawo9 cvhnptj vvshissofgvhhuildhscfisngiwhis kdlmv oivjdfojvdo. Por su amable atención, gracias”. Usted no entendió las instrucciones para los casos de emergencia, pero con entregarse al Señor y halarse el cabello como harán los demás pasajeros, basta.

Una vez en el aire, y relajado como puede, entre los “ejecutivos” que hablan a todo gañote y el bebé que arrancó a llorar desde el despegue, pues es el momento de disfrutar de una bebida cortesía de la aerolínea que tanta roncha le ha hecho pasar.

Este trago consiste, primordialmente, en un vaso a rebozar de hielo con gotas de la bebida de su elección. Las aeromozas han desarrollado un talento natural para hacer que una botella de litro y medio de Pepsi rinda para 120 pasajeros. Si las juntáramos con las maestras que “rebanan” las tortas de cumpleaños en las escuelas, tendríamos las fiestas infantiles más austeras del mundo.

Llegó a destino, sano y salvo. Si su maleta llegó consigo… ¡Felicidades! Caso contrario, perderá medio día más en un mostrador de reclamos, donde no le harán ni puto caso. ¿Y sabe la peor parte? Usted habrá comprado un pasaje ida y vuelta.

¡Feliz viaje!

lunes, 17 de septiembre de 2012

Érase una vez "yo" candidato



Av. Bolívar – Caracas – Distrito Capital
4:00 P.M.

Periodista - “Y en estos momentos el candidato Carlos Peñalver llega a la tarima, donde ofrecerá un discurso a todas las personas que lo han acompañado en esta multitudinaria marcha”.

Yo: “Buenas tardes amigos, amigas, camaradas, camarados, camaratres y cuatro, compañeros, compañeras, panas, panos… a todos un gran abrazo”. (Aplausos…)

“Ha sido una caminata bastante larga, desde el punto de partida hasta acá. Tanto, que ya no tengo arepa, sino cachapas bajo los brazos. Gracias por las demostraciones de afecto, tan sinceras que me han dado. He besado muchas viejitas, niños, niñas, sin querer he sentido unas cuantas tetas… por cierto allá, la muchacha… recién hechas ¿no? Bueno, en mi programa de salud las lolas van por cuenta de Miraflores (Aplausos, silbidos, y saltos de lolas varios…)”.

“Y es que toda mujer tiene derecho a unos pechos dignos, y todo hombre también tiene derecho a ver en la calle unos buenos pechos. No esos senos escuálidos, que dan casi al ombligo… nada de eso mis doñitas. Implementaremos una implantación de implantes en lo que he denominado la misión ‘Silicón Adentro’ (Más aplausos…)”.

“Esto forma parte de un plan de recuperación de la belleza venezolana. No quedará una fea en las calles de nuestro país, o me cambio el nombre. He comisionado a mi amigo Osmel, para que se encargue de esa tarea patriótica. De esa manera, el consumo de alcohol como “embellecedor” bajará significativamente, y sólo tomaremos caña para celebrar los triunfos del Caracas, o para los ‘miaos de los carajitos’, amigos y amigas” (Aplausos, vítores…)

“Hablando del alcohol, recomiendo a mis compañeros de la Asamblea Nacional para que aceleremos la Ley de Costos, Montos y Precios Justos de la Caña, o como ya la llamo ‘COMPRECAÑA’. No es posible que la cerveza te la quieren vender en un restaurant a precio de ron, el ron a precio de whisky, y el whisky a precio de medicina contra el cáncer. La especulación con la caña, y demás artículos de primera necesidad… se va a acabar carajo” (Aplausos… euforia… erecciones…)

“En materia laboral, los empleados públicos seguirán trabajando en el mismo horario como hasta ahora. Es decir, llegarán a las 9 de la mañana, para desayunar y hablar paja de los jefes, irán a sus puestos de trabajo a las 10, pero comenzarán a atender gente a las 10:30. A las 11:00 se irán a tomar café, para regresar a apagar la computadora para el almuerzo. Regresarán del almuerzo a las 2:00, pero esa es la hora del café de la tarde, así que volverán a las 3:00 para atender de mala gana hasta las 3:30, y a esa hora comenzarán a recoger porque ya van a dar las 4:00 y hay que irse. Creo que es un horario ideal para seguir fomentando la productividad en nuestras instituciones” (Nadie aplaude, porque los empleados públicos se quedaron a mitad de la marcha).

“En Educación, creo que va siendo hora de tomar medidas en torno a un caso que me parece sumamente grave. Para nadie es un secreto que el aumento en la audiencia de Glee, y en la venta de discos de Ricky Martin está influenciada directamente en las escuelas primarias que todavía corrompen a nuestros niños haciéndolos cantar ‘ayer salióooo la lancha Nueva Esparta… salió confiada a recorrer los mareeeeees’. Es lógico que cuando el niño llegue a bachillerato, pues participará en clubes de porrismo, y luego en la universidad será gótico, y después todos sabemos en qué termina eso” (Aplausos… aunque varios ceños fruncidos… -Ah vaina…)

“Es por ello que como materias obligatorias los niños aprenderán a escupir por las ventanas de los carros, así como principios de la parrilla, y rascado de bolas durante partido de béisbol venezolano. Volverán a ser hombrecitos…” (Aplausos…)

“Y bueno amigos, amigas, conocidos, conocidas, seguidores de Twitter, seguidoras de Twitter… habiendo abarcado temas como salud, economía, trabajo y educación… es justo que terminemos esto. Más que nada porque cae la noche, y hay malandro que jode en esta zona. Precisamente, todavía no he hablado de la inseguridad… (sonido de grillos…)”.

“Como decía, voy a terminar. Los invito a pensar y reflexionar… si después de tantos años, hemos visto que todos los presidentes la han cagado en mayor o menor medida, les pregunto… ¿por qué no me dan una ‘ayudaíta’ para yo cagarla también?”

“Muchas gracias compañeros… Que Dios los bendiga, y les aleje a la suegra y a los cuñados gorroneros…”